POEMA AL DESNUDO
Pocos saben lo que es un poema; yo trataré de manifestarles algunas palabras referentes a este campo florido, punzante e incomprendido.
Al poema, desde tiempos inmemorables se lo cultivó sutilmente, cual planta alimenticia; las grandes civilizaciones se forjaron bajo el resplandor del “Señor Poema”.
Los incas, los babilonios, los egipcios, los griegos, los chinos, los hindúes, aztecas y otras culturas; tuvieron grandiosos poetas y poetisas que contribuyeron con el resplandor de sus pueblos y por ende, al mundo. Cabe destacar a los siguientes vates: Confucio, David y su hijo Salomón, Mahoma, líder espiritual y material; Homero, Virgilio y la poetisa Safo, entre otros.
La poesía se divide en dos vertientes cantarinas: una el poema en verso, breve mayormente, encierra algunas veces graves conflictos; en otras ocasiones es tierno y explosivo. En conclusión, en pocas palabras expresa un sinfín de hechos y se encamina por diversos senderos. La otra forma poética; alargada en su contenido, es más conversadora, se llama prosa.
Para que un poema nazca robusto y resplandeciente, busquemos en el jardín multicolor de nuestro idioma nativo o visitante las más rutilantes y armoniosas letras.
Algunos poemas están construidos con el tierno lirismo, otros con el nudoso metaforismo y otros con el enjambre de la rima; Yo en particular amo más el lirismo.
Para escribir algún poema, dejemos abierto nuestro pecho y nuestro cerebro, después plasmemos las inspiraciones que nos dictan en un retazo de papel, posteriormente se convertirán en un primoroso poemario. El poema verdadero no es mecanizado ni plastificado, ni amordazado, ni academizado; el poema verdadero es libre, es rítmico y diáfano.
La naturaleza, es nuestra mejor maestra y por ende el reflejo del verdadero poema. Un ave que va dibujando con su trinar melodías de miel y hiel, un plateado arroyo que recorre serpenteante murmurando palabras, el rabiar de un mar pasivo, el danzar de los árboles, el silbar de los pastos, el nacimiento de algún animal, los pétalos de un árbol frutal que vuelan en primavera, etc.
Al poema, desde tiempos inmemorables se lo cultivó sutilmente, cual planta alimenticia; las grandes civilizaciones se forjaron bajo el resplandor del “Señor Poema”.
Los incas, los babilonios, los egipcios, los griegos, los chinos, los hindúes, aztecas y otras culturas; tuvieron grandiosos poetas y poetisas que contribuyeron con el resplandor de sus pueblos y por ende, al mundo. Cabe destacar a los siguientes vates: Confucio, David y su hijo Salomón, Mahoma, líder espiritual y material; Homero, Virgilio y la poetisa Safo, entre otros.
La poesía se divide en dos vertientes cantarinas: una el poema en verso, breve mayormente, encierra algunas veces graves conflictos; en otras ocasiones es tierno y explosivo. En conclusión, en pocas palabras expresa un sinfín de hechos y se encamina por diversos senderos. La otra forma poética; alargada en su contenido, es más conversadora, se llama prosa.
Para que un poema nazca robusto y resplandeciente, busquemos en el jardín multicolor de nuestro idioma nativo o visitante las más rutilantes y armoniosas letras.
Algunos poemas están construidos con el tierno lirismo, otros con el nudoso metaforismo y otros con el enjambre de la rima; Yo en particular amo más el lirismo.
Para escribir algún poema, dejemos abierto nuestro pecho y nuestro cerebro, después plasmemos las inspiraciones que nos dictan en un retazo de papel, posteriormente se convertirán en un primoroso poemario. El poema verdadero no es mecanizado ni plastificado, ni amordazado, ni academizado; el poema verdadero es libre, es rítmico y diáfano.
La naturaleza, es nuestra mejor maestra y por ende el reflejo del verdadero poema. Un ave que va dibujando con su trinar melodías de miel y hiel, un plateado arroyo que recorre serpenteante murmurando palabras, el rabiar de un mar pasivo, el danzar de los árboles, el silbar de los pastos, el nacimiento de algún animal, los pétalos de un árbol frutal que vuelan en primavera, etc.
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